La banda londinense presentó su sexto disco de estudio y, como es costumbre, tuvo buena recepción por parte de la prensa especializada o especialmente paga. Sin embargo, cuesta encontrarle la gracia que supone tener.
Canciones endebles, abuso del «uh-uh-ah-ah» (en estribillos y puentes), voces procesadas con vicios poperos, más afanos a Kraftwerk en Midnight, un paupérrimo solo de guitarra en True Love y el patetismo de invitar a cantar a tus hijos para el cierre del disco ¿Qué más decir? Otro injustificado éxito de Coldplay.
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PUNTAJE LECTORES
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DEGUSTACIÓN
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