Qué más se le puede pedir a una banda que el güe güe de los Ramones y la antipatÃa de My Bloody Valentine. Para aquellos que llegaron a estos últimos a través de Neon Indian «“The Velvet Underground y Joy Division mediante»“, The Jesus & Mary Chain son el tesoro escondido. Ni siquiera hace falta mucha dedicación: todo lleva a un solo lugar, Psychocandy, que salió en 1985, cuando la media que lee por acá estaba al nacer o lo habÃa hecho hace poco. Los debe haber vuelto locos, más que la pepa, saberse artÃfices de semejante obra, porque lo cierto es que nunca más convencieron tanto como con ese disco.
Psychocandy se editó en Argentina y hubo quienes los descubrieron cuando estaban sucediendo y en vinilo. HabÃa que ser muy curioso, eso sÃ. Algunos de éstos terminaron escribiendo sobre música y a Rocktails se le ocurrió preguntarles por qué, para ellos, hay que ir a ver a J&MC el 21 a Groove, en su tercera visita al paÃs. Creyendo que responderÃan fácil y rápidamente, como Mariana Enriquez: «Me hacés sentir una vieja chota. Hay que ir a verlos porque, aunque no hacen un buen disco hace años, Psychocandy sigue sonando más peligroso, dulce y sexual que cualquier cosa que se haya editado desde entonces. Básicamente». Y a los 40 segundos: «Y agregale: Honey’s Milk y Darklands son hermosÃsimos: si tocan canciones de esos discos, ya es la felicidad. Hay pocas bandas que den felicidad ruidosa, una placidez chirriante, una contradicción tan real».
Pablo Strozza pidió un rato y después unos dÃas, GAN lo mismo, pero al cierre de este archivo ninguno habÃa respondido y tampoco podÃamos ponernos molestos. Alfredo Rosso no entendió inmediatamente lo de «Jesus» (no habÃamos hablado antes: que te digan «por favor, tres renglones sobre por qué hay que ir a ver a Jesus» puede sonar extraño), pero superada la confusión dijo: «Simplemente porque a mediados de los ’80, con Psychocandy, barajaron y dieron de nuevo, es decir, concibieron una nueva forma de hermanar el pop y el noise-rock, con melodÃas prÃstinas rodeadas de riffs deformes de guitarra. Sin J&MC no sé si hubiera sido posible concebir, digamos, a Pixies, por ejemplo. Y pienso que todo el mundo del rock posterior, de Nirvana a White Stripes, pasando por muchos otros en el medio, tienen algo del ADN musical de J&MC».
Finalmente, el miércoles, deadline que le habÃa puesto Rocktails a Pablo Schanton para sus tres reglones, recibimos esto:
The Jesus & Mary Chain, a casi 30 años de PsychocandyUn solo desafÃo: escuchar completo el álbum Psychocandy hoy, a casi 30 años de su salida. En su momento, al menos respirábamos una pausita al dar vuelta el vinilo (no sin antes dudar de seguir sometiéndonos a semejante vórtice de sordera). No saben lo que fue escuchar eso por primera vez. Los hermanos Reid (los Gallagher del noise) llegaron a ser tapa del suplemento SÃ, cuando todavÃa era blanco y negro y tenÃa algún efecto en la escena local. La periodista Rachel Felder «“quien inventó el término «Miasma Rock» al que luego nos referiremos- compara lo que fue para nosotros -todavÃa teenagers al mediar los ’80-, la aparición del LP debut de Jesus & Mary Chain (que se editó en la Argentina y todo, con todo, con sobre interno) con lo que fue en los ’60 la del Sargento Pepper beatle. Asà de revolucionario.El disco dejaba claro en su tÃtulo que se trataba de un hÃbrido, entre la psicosis más sorda y autista y algo dulce y pegajoso. Y si Candy era una chica (que parecÃa serlo, ya que no paraba de hablar en el lado 2), bueno, la referencia era más que esperable en los ’80: el Lou Reed de Velvet Underground. Esto de «Psycho» y de «Candy» se traducÃa asà de extremo en términos musicales. El álbum exponÃa una dialéctica que dividÃa los gustos rockeros de los ’80: el ruido y el pop. En el paisaje post-punk, algunos ya advertÃan que el éxito de Culture Club corroboraba la sensación de que «el punk nunca hubiera sucedido», mientras bandas europeas como Einstuerzende Neubauten llevaban al lÃmite de lo soportable su mandamiento neovanguardista «Escuchen con dolor».
Bien, los Reid llegaron para rockerizar la obsesión «New Pop», torciéndoles el cuello hacia atrás a los Ramones para que no dejen de mirar a los abuelos de todo, Velvet y Stooges. Esa dialéctica entre distorsión y el «Chu du, chu du, chú» se exhibe en una búsqueda de armonización imposible, sin terminar de inclinarse hacia un material u otro (a ver, un precursor del sonido ’85 de J&MC podrÃa ser Nag Nag Nag (79), de Cabaret Voltaire, por ejemplo, pero aún ahà el noise se adaptaba bien al contexto garage). Pero la dialéctica noise/pop no se resolvÃa en una sÃntesis en Psychocandy, como tampoco en el primer simple, el gran Upside Down (84), aquél que describÃa el «ringing sound» que invade los oÃdos de un chico ostra, conceptualizando el «Sonido Jesus» como diagnóstico sonoro de una angustia teen. Esa incómoda convivencia de materiales extremos hace de Psychocandy un álbum único y todavÃa problemático. Darklands (87) funciona como el tercer álbum de Velvet Underground: limpia de feedback la cosa como una forma de seguir siendo vanguardista cuando la estrategia anterior de shock fue asimilada y ya no provoca nada. Por lo demás, los Reid querÃan demostrar que podÃan «tocar», que no se valÃan del ruido para tapar agujeros de composición y/o ejecución. Darklands sale en un momento en que Upside Down ya tenÃa hijos en la escena bautizada «C-86″, bandas británicas de guitarras con Velvet y Byrds como norte, como Shop Assistants, Primal Scream, Mighty Lemon Drops, The Pastels, The Wedding Present. El mismo año, en los EE. UU., Dinosaur Jr publicaba un disco fundamental post-Psychocandy, que influirÃa a unos cuantos, de un lado y otro del Atlántico: You´re Living All Over Me. Los Reid pasaron de adentrarse en el ADN sonoro del rock and roll (tanto en la «miasma eléctrica» como en la adherencia pop) para hacer simplemente meta-rock: es decir, pasaron de hacer una versión a su estilo de Bo Diddley (Who Do You Love) a componer Bo Diddley is Jesus. Si los J&MC recuperaron la actitud «rockista» para el pop de los ’80 (tan obsesionado por los sintetizadores), terminaron por quedarse sólo con eso, sumando canciones que, a pesar del tiempo pasado, no dejaban atrás la «teen angst» ni el ancla en Velvet (ahora más cercanos a los que cantaban cosas como Rock & Roll). No llegaron a aggionarse en los ’90 ni haciendo una gira con My Bloody Valentine y Blur, ni copiándole la forma de titular a Pavement (Stoned & Dethroned). Munki (98) ya es piloto automático total: «I Love Rock and Roll». Y ni hablar de dedicarle un tema a Mo Tucker, la baterista legendaria de Velvet, por si quedaban dudas de la herencia buscada… Yo dirÃa descontar que últimamente lograron influenciar, hasta la mÃmesis total, a una banda yanqui que mejor olvidar: Black Rebel Motorcycle Club. Repitamos, loopeemos: Hay un solo desafÃo: escuchar completo el álbum Psychocandy hoy, a casi 30 años de su salida. Y ver qué onda… Pablo Schanton |
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The Jesus & Mary Chain se presenta el miércoles 21 de mayo, a las 21, en Groove (Av. Santa Fe 4389). Entradas a $400 por Ticketek, o mejor, Exiles Records, en Honduras 5270.
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