Según The Boss su décimo octavo disco es un compendio de covers, outtakes y temas viejos repensados. Algo asà como desempolvar canciones del baúl de los recuerdos. Además, fue concebido en colaboración con Tom Morello y la E Street Band en mitad de una gira y grabado a las corridas entre Australia y Los Angeles, bajo la producción de Rob.
El resultado son 12 canciones que apestan a naftalina, a estribillos comerciales y cadencia ochentosa. Y si hasta acá no te parece decadente, podés agregar que sus tres hijos se suman en los coros y que la versión de Dream Baby Dream es un atentado contra la memoria de Suicide.
En resumen: el primer disco innecesario del 2014.
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PUNTAJE LECTORES
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DEGUSTACIÓN
BRUCE SPRINGSTEEN: ‘High Hopes’
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