David Bowie – The Next Day

mayo 10, 2013



David Bowie desapareció de la escena en 2004, cuando un susto cardíaco ocurrido en plena gira de su trabajo Reality lo invitó a retirarse al descanso a los 57 años de edad. Dedicado a su familia e inmerso en una madura tendencia al bajo perfil, sin levantar ni refutar ninguna de las tantas bizarras versiones de obituario que hicieron correr con respecto a su persona, no se dio a conocer más que para colaboraciones con artistas contemporáneos como Arcade Fire o viejas estrellas de la talla de David Gilmour. Semejante pasividad y sosiego en una figura tan inquieta como el (ex) Duque Blanco fue tomada por muchos como una potencial, tímida y forzosa retirada del mundo del rock. Pero nada más alejado de la verdad. Este 2013 amaneció con la noticia y luego el lanzamiento de su vigésimo cuarto álbum de estudio, titulado The Next Day. El producto de veinticuatro meses de sigilosa grabación en la ciudad de Nueva York junto al productor Tony Visconti, con quien ya había trabajado en la aclamada «Trilogía de Berlín», conformada por las obras editadas en entre 1977 y 1979 (Low, Heroes y Lodger).

Del análisis inicial se puede inferir la pasión violenta del autor, que recurre a medios directos e incisivos para hacer llegar su mensaje, íntimo y por momentos pesimista: caminos de guitarras crudas, en cruce constante con gruesos bajos y baterías tan clásicas como efectivas, sin dejar de coronar la construcción con paredes de sintetizadores de corte ochentoso, alejándose de los sonidos más digitales y sampleados de sus últimas placas. Así lo marca el punto de partida, el track homónimo al disco, con un enroscado verso que galopa in crescendo hasta tornarse en un explosivo estribillo del que emana la máxima de presentación y retorno del Bowie enojado: «Here I am, not quite dying». Claro que no, ya que a partir de ahí la escucha se convierte en un caudaloso mar de épicas aventuras sonoras que hacen puerto en algún u otro momento de la extensa carrera del músico, lo que denota un carácter nostálgico y reminiscente.

Dirty Boys camina lento, con un tempo pausado, vientos y una letra rebelde que evoca a las viejas épocas de trabajo y rescate conjunto con el gran Iggy Pop. Sigue con The Stars (Are Out Tonight), que banaliza la fama y el estrellato volátil actual y juega sarcásticamente con su propia década en «silencio» («They are the stars, they’re dying for you»). En Love Is Lost la melancólica y excelente lírica aconseja a una joven de veintidós años a despedirse de «la vida sin dolor». Y así se llega al desconcertante primer single y carta introductoria, presentado allá por enero: Where Are We Now?, una emotiva balada que remite a lugares y situaciones de la fría capital germana.

La ambiciosa y desenfrenada If You Can See Me coquetea con el sonido estilo King Crimson presente en buena parte de la citada Trilogía, ya que edifica sin amainar en su intensidad y no repara en melodías convencionales. En I’d Rather Be High vuelve el rock de guitarras, con riff’s pegadizos y terrenales y una crítica contra ciertas injusticias del mundo cuyo título deja bien claro. Las cuerdas siguen al frente en Boss Of Me, y se tornan más espaciales en Dancing Out in Space. El glam rock de How Does the Grass Grow es la introducción cronológica adecuada para la dureza de (You Will) Set The World On Fire, que intercala hard rock con estribillos contagiosos, una fórmula perfecta a la que Bowie recurre con sutileza y sofisticación.

El final es una bajada contemplativa, reflexiva. De You Feel So Lonely You Could Die no hace falta agregar nada más, ya que el nombre de la pieza habla por sí solo, simplemente resaltar la presencia de un piano guía en medio de guitarras y sintetizadores que buscan llevarla por otros rumbos. Heat es el alma desnuda de un artista que promedia su sexta década de vida pero que sigue brindándole al mundo lo que mejor sabe hacer: música. Esta vez no tanto de vanguardia, como lo fue siempre, sino más bien de remembranza. Flota alrededor de esta nueva creación una intrínseca sensación de no poder escaparle al pasado, evidenciada en el arte de tapa y su contraste con el nombre del LP.

DEGUSTACIÓN

DAVID BOWIE: ‘The Next Day’