Son las doce y media, es sábado y no voy a salir de mi cuarto. Ya es tarde para organizar algo, y la chica del momento jamás respondió los mensajes. A esta altura mis opciones son Cuevana y rastrillar entre los muebles a ver si encuentro alguna tuca. No tengo suerte, no hay tuca. Ni chica para pasar la noche, ni pelÃcula que cargar, ni tampoco sueño. No queda otra que preparar mas café, prender un cigarrillo y darle play al nuevo disco de Wavves, Afraid of Heights.
Luego de auto proclamarse King of the Beach y manifestar sus más que sinceras ganas de conocer a Dave Grohl, Nathan Williams se embarcó en la composición de su 4º disco. Ya sin las presiones de una discográfica, solventando los costos de su bolsillo, Nathan despliega un amplio espectro de temas en este disco: desde la imposibilidad de soñar, hasta fantasÃas sobre asesinatos de policÃas. Hay de todo en las viñas del señor. Más aun cuando, según entrevistas y declaraciones del lÃder de la banda, este disco fue grabado de la mano de largas sesiones de alcohol junto con el productor John Hill.
A primera escucha se nota una producción más esmerada que en tÃtulos anteriores. Pequeños detalles, como la introducción a cargo de un loop de piano-melotron en Sail to the Sun o la utilización de un cello en Dog, hacen de este disco una producción que le escapa al lo-fi garagero y que se disfruta con auriculares. Igualmente también aparecen temas como Mystic, para recordarnos las posibilidades del noise y la experimentación.
Las letras, hay que decirlo, recorren un amplio arco de negatividad. Desde los reveses y paranoias de las relaciones humanas en Everything is My Fault, hasta el coro un tanto desquiciado y apocalÃptico de Lunge Forward. Hay también referencias a tumbas, muertes y sensación de alienación general. Pero esta negatividad, tomada con un poco de distancia, alcanza tal extremo que llega a causar gracia: Gimme a Knife cierra con «I loved you, Jesus/ You raped the world/ I feel defeated/ Guess I’ll go surf». Y si no les parece, ahà esta Cop, breve relato sobre el asesinato de un policÃa, escrito desde el punto de vista del amante gay de un hipotetico John.
Ya son casi las cuatro y el último tema del disco sigue sonando en un loop desquiciante. Este es uno de esos discos donde el talento y la crudeza se conjugan para convertir la escucha en una experiencia placenteramente dolorosa. El sueño está llegando, y a pesar de que el olvido viene de la mano, hay veces que es bueno recordar que todavÃa hay canciones pueden hacernos vibrar.
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DEGUSTACIÓN
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