En las manos equivocadas, la magia de los sintetizadores puede tornarse odiosa y repetitiva; en las manos de Toro y Moi, todo lo contrario. Como resultado puede aflorar Anything In Return. Este tercer disco de estudio está cargado de pistas, sintes, frituras y una fuerte esencia de Chicago y su tecno-house tan de moda en estos dÃas.
Esta cadencia puede sonarnos, a primera escucha, como un disco apacible, tranquilo. Pero no lo es tanto. Harm in Change abre el disco sutilmente, suave (como despertando de un transe) y de inmediato aumenta los latidos para incitar al baile. Si de house hablamos, sólo basta con seguir los coros de Say That y su groove corpulento para empezar a desarticular el esqueleto y entregarse por completo a la música.
Hacia la mitad del álbum las canciones se vuelven más distendidas, el synthpop se apodera de la escena y Chaz Bundick (el hombre detrás de todos los sonidos) empieza susurrarnos al oÃdo canciones como Studies o High Living. Ahora todo parece flotar sobre atmósferas sintéticas y ritmos medidos. Pero la rÃtmica se retuerce en Cola y vestigios de drum&bass aparecen mientras Chaz se lamenta por un amor inconcluso o quizás utópico. Una carga melancólica que está presente a lo largo de la placa.
De todos modos, la intensidad vuelve con Cake y Never Matter y todo empieza otra vez. En esta ocasión la fiesta parece volver a sus dorados ochentas y las reminiscencias a la música disco se hacen notar. Pero en el momento en que empezamos a soltarnos y rebotar sobre la suspensión de las rodillas, Anything in Return llega a su fin con How’s It Wrong y un fade-out extenso que se aleja lentamente.
Un recorrido de 13 canciones que pueden ser alternadas cronológicamente sin perder el hilo conductor. Un disco para bailar sobre los restos de un amor extinto.
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DEGUSTACIÓN
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