Cada x cantidad de años la prensa «especializada» mima algún artista emergente ensalzándole los oÃdos al atribuirle virtudes que le permitan ubicarlo dentro de la categorÃa «heredero de…». Asà le permite una gran trascendencia pero con ayuda, limitada, siempre «asociada a» (serÃa la faina de la pizza). En el caso de Lavers, los elogios los llevaron a la vereda de Noel Gallagher, The Verve, y con mucha remanencia al más puro sonido beatlesco.
El trÃo de muchachitos australianos trabaja de manera independiente un pulcro trabajo de canciones ultra melódicas que re-matizadas por arreglos de cuerdas y teclas resiste cualquier análisis cualitativo. Valiéndose de una voz muy potente y resaltada por las mezclas hacia el frente, con guitarras acústicas, priorizan el formato songwriter desde el cual nace todo. Con solo dos EPs en sus valijas, demuestran tener mucha proyección hacia el cuidado de los temas. El debut, The Street Is A Symphony, fue grabado Ãntegramente en los estudios Loose Stones, donde los hermanos Dominic y Sebastian (su apellido da nombre a la banda) volcaron todas las canciones compuestas en su sótano. Para su siguiente EP, Endless Corridors saltaron un par de escalones y viajaron de Canberra a Sydney buscando que esas composiciones tuvieran el tratamiento necesario. El éxito de los resultados se puede ver en temas como Our Little Empire, o Love and Addiction que presentan una calidad admirable.
Si bien nacieron como cuarteto y grabaron como trÃo, la inconstancia del integrante no familiar nos lleva a pensar que estamos ante una nueva historia Gallagher, pero sin peleas, con mucho talento y -de a ratos- exceso de amor. «Yo siempre comparo a Seb con el fantasma de la ópera, componiendo sin descanso lejos en el sótano», dice Dom.
En crecimiento sostenido, con muchas fichas apostadas y a tiempo de dejarse escuchar. La banda aún está en la linda etapa de tocar en pequeños bares, con videos lo-fi y una simpleza emotiva.
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