¿Quién hubiese imaginado que la generación slacker, veinte años después, darÃa luz a su discÃpulo más conspicuo? Desde Canadá, más precisamente de Montreal, un lozano Mac DeMarco comprendió que la vida no era más que lo que le estaba pasando en el momento. La cotidianeidad, la rutina y el saber que tan sólo se tiene 21 años, por más precoz que parezca, eran material suficiente como para ingeniárselas y editar uno de los discos más brillantes del año.
Retomando la prédica desganada de Pavement o el histrionismo lÃrico de Jonathan Richman, DeMarco enseña en tan solo media hora lo vacuo y práctico de su mundo. Cooking Up Something Good relata un cuadro familiar bastante Ãdem: mamá en la cocina, papá en el sofá, el hermano en el ballet: «Ooh when life moves this slowly. Ooh just try and let it go», canturrea con empuje cansino. Las guitarras algo cheesy pero siempre con ese dejo veraniego, cortejan los ocurrentes episodios de este determinado ladino, como la casual oda al placer sobre los cigarrillos (Ode to Viceroy), o simpáticamente incurriendo en tópicos tan comunes, pero siempre efectivos, tales como el amor, la amistad y la esperanza disfrazada onÃricamente (Dreaming, Annie y My Kind of Woman dan cuenta de ello).
Ya desde la portada del álbum (una foto en blanco y negro con de DeMarco marcando la «V» con su mano derecha y su particular guitarra ajada con cinta adhesiva), el canadiense baja una lÃnea de carácter lo-fi. La estética de la no estética, algo que hoy dÃa los medios y las redes sociales se empecinaron en catalogarlo todo como «hipster», resulta sinvergüenza y para nada impostado. Mac opera como un reciclador de décadas pasadas y antiguos axiomas del viejo y siempre poptimista indie rock; no hay ataduras ni imposiciones que lo liguen entre lo redundante, lo obvio y, sobre todo, al querer pretender ser la voz de una generación. El tiempo dirá, pero qué mejor que hoy ¡Deme dos!
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DEGUSTACIÓN
EL RAYO
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