Animal Collective
Centipede Hz
2012 – Domino
[8.4]
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En la promiscuidad genérica de nuestra música cotidiana, Animal Collective tiene una facilidad asombrosa para pararse en un sitio al azar y dividir aguas sin dar lugar a lo relativo: es una banda disponible las 24 horas para ser odiada, para ser observada desde el pedestal de una estructura pop normal y prestarse a un abanico de juicios sobre sus quiebres entre discos, su incapacidad de prestarse a una obra que parezca anclada en este planeta y ese coro de fans a pasitos de los 30 años, que reducen el concepto de salvajismo infantil a sacudirse entre el efecto de alguna droga y una canción de la banda fuerte en ritmos. A aquel que logre atravesar esos matorrales le costará encontrar a un grupo de amigos como éste (suponemos que una amistad existe entre ellos cuatro), en una conjunción artÃstica tan atractiva de desmenuzar: una vez que se alcanza una buena relación con el sonido del disco con el que toca comenzar a conocerlos, puede comenzar el juego clásico y nunca repetible de intentar reconocer de qué cráneo provino cada sonido, la atribución estilo Beatles de personalidades e influencias ayudada por las carreras solistas de cada uno de ellos. Se le notaba mucho a Avey Tare, el más impulsivo del grupo, la separación reciente en la calma uniforme de Down There (2010); a Panda Bear en Tomboy (2011), esa intención de salirse de su lugar en la banda de embajador armónico de los 60’s. Los fanáticos de larga data aprovecharon la ausencia de Deakin en Merriweather Post Pavilion para señalar qué le faltó al disco más exitoso, y son los que sabrán decirles algo sobre Geologist que no sea tratarlo como el Ringo Starr de esta ecuación.
En Centipede Hz, Avey grita tanto como en Strawberry Jam (2007) pero por motivos menos solemnes, Panda juega a la viborita del Nokia 1100 con sus cuerdas vocales mientras todavÃa toca la baterÃa como si fuera un regalo de sus padres, Deakin tuvo quórum para meter un cajón peruano y punteos de guitarra (quizá robados a Ali Farka Touré, quizá a un sesionista del Chichi Peralta), y Geologist le usó la percusión que trajo de Ãfrica para tocar bases de Juke. Este muestrario de habilidades de cada integrante puede verse afectado con la estructura unimembre que predomina en las canciones: esa falta de lÃmites entre estrofas y estribillos que demoraban la digestión de los tracks del medio de Merriweather, como si jugaran a hacer soundsystem cuando no crean necesariamente canciones tan accesibles desde el sonido.
El molde radial de Centipede Hz nace de la necesidad de continuidad sonora entre sus canciones, para ser presentadas en vivo. Pero eso no alcanza a explicar por qué debió montarse una radio en el sitio oficial, como prólogo a la subida del disco mismo. Quizá tenÃa que sentirse en la escucha, esto que yo pude sentir pero que ya fue explicitado en varias entrevistas: que a diferencia de discos anteriores esta vez habÃa cuatro músicos y un productor encerrados en una cabina, juntos al mismo tiempo y con la cabeza puesta en los mismos sonidos. Uno de ellos recién separado, otro lejos de su casa en Portugal, el otro recién vuelto después de años cruzando continentes… El Colectivo Animal se disolvió sin separarse, porque no puede ser la misma banda después de Merriweather Post Pavilion, pero este intento de demostrar lo contrario termina surtiendo efecto. Es como si la apuesta hubiera consistido en volver a sonar como ellos mismos, lo más que puedan. Centipede Hz es el tipo de disco que Animal Collective quisiera editar en su Paw Tracks, o pasar en la radio sólo si no hubiera sido hecho por ellos. Y asà fue que llegamos a este punto: siendo el grupo con mayor cantidad de fanáticos incapaces de explicar su obra o emulándose como falsos pasantes en una radio universitaria, Animal Collective nos sigue llevando, como nadie más puede, al pelotero a charlar nuestros problemas de adultez.
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DEGUSTACIÓN
TODAY’S SUPERNATURAL
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