M. Ward – A Wasteland Companion

abril 24, 2012

M. Ward

A Wasteland Companion

2012 – Merge

[5.5]

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A Wasteland Companion es el séptimo disco de M. Ward y el primero desde que conquistó a un público más numeroso por su participación en She & Him. En él despliega un catálogo de música cincuentosa en el que se mezclan rockabilly, folk, un poco de swing y algo del sonido de las girl groups que llegaron al punto de ebullición en la primera mitad de los 60’s. Lo interesante es que si bien se acerca a estos géneros con nostalgia (él mismo dijo hace un par de días: «es imposible que hayas crecido en el sur de California sin haber escuchado a las Ronettes en una radio de oldies»), lo que prima es un intento por adaptar aquellos sonidos de antaño sin que suenen a berretines melancólicos de otra época. Un buen ejemplo está en I Get Ideas, una canción popularizada por Louis Armstrong (y escrita por un argentino en días noctámbulos de milonga porteña).


También se mete con Daniel Johnston en Sweetheart, esa gema oscura perdida en las profundidades de Yip/Jump Music (1983). Ward la pasa por un filtro de limpieza y genialidad en el que lo genial se queda afuera. Le cambia un poco la forma (muchas de las primera grabaciones de Johnston son esbozos de canciones, lo que a veces les da una estructura irrepetible), la canta como un American Idol (a dueto con Zooey Deschanel, que además hace coros) y le pone cortes, puentes y punteos. En definitiva, la termina convirtiendo en una canción más que se acopla perfectamente con el resto del disco.

A Wasteland Companion (desde el nombre, un homenaje a la obra inmarchitable de T.S. Eliot) está bien. Es amable al oído, los músicos son buenos sesionistas y todo suena exasperadamente correcto. No afecta el hecho de que el disco fuera grabado en ocho estudios distintos ni que hayan intervenido infinidad de productores e ingenieros de sonido desparramados por todo California, Omaha y Nueva York. Los temas están maquillados con elegancia, pero quien hurgue dentro no va a encontrar más que una cuenca vacía.

DEGUSTACIÓN

SWEETHEART