Veronica Falls

enero 21, 2012

Cuenta la leyenda, que los primeros en acuñar el término comodín «indie» fueron ingleses, y que todo comenzó con un cassette. En 1986, la NME sacó un compilado de bandas que editaban con sellos independientes y ya adherían a la consigna do-it-yourself (nueva herida narcisista al hipster 2.0), llamado C86. Entonces, se empezó a asociar toda una escena musical «“a base de melodías power pop, mucho riff, reminiscencias a los ’60, etc., etc.»“ a ese nombre. Pero al tiempo se volvió peyorativo y pasó a designar «“a grandes rasgos»“ lo amateur de los músicos sumado a su estética aniñada. Nada más lejos que intentar dar cuenta de todo un movimiento que bien merecería una nota aparte, lo traemos a colación porque, mal que les pese a los Veronica Falls, por ahora se van a tener que bancar las fáciles referencias al famoso cassette.

Stephen

Y lo cierto es que el primer encontronazo con este cuarteto remite sí o sí al pasado. Uno podría haber encontrado Veronica Falls «“el debut homónimo de los londinenses, que salió en septiembre»“ perdido en alguna disquería añeja, desempolvarlo, ver la casa de madera algo tenebrosa de la tapa y decir: «A ver». Y los primeros segundos de Found Love in a Graveyard ya sonarían a algo que podría haber sido grabado, tranquilamente, en los ’80. Después de saber que la banda trabajó con Guy Fixen «“uno de los créditos, nada más y nada menos, que de Loveless, de My Bloody Valentine«“ todo cierra mucho más. Ese sonido rasposo, melódico y ruidoso a la vez, el reverb, letras algo oscuras… Esto, a primer oído, no puede ser sino shoegaze. Pero hay más, hay algo surfer y punk en estos chicos,  algo que no se termina de definir. Y ellos mismos dan cuenta de eso: «No creo que esta banda alguna vez deje de desarrollarse y se dedique sólo a sacar canciones que ya hemos escrito», dice Patrick Doyle, batero de la banda, que completan Roxanne Clifford y James Hoare en guitarra y voz, y Marion Herbain en bajo. Los chicos se conocían de otras bandas y de amigos en común; lo único destacable al respecto es que la bajista aprendió a tocar especialmente para incorporarse al equipo.

Referencias aparte, el debut de Veronica Falls, que comparte esa cosa adolescente e híbrida de Avi Buffalo y sus compatriotas, Yuck (ahora sí, basta de referencias), es llevadero, agradable al oído, ideal para poner en repeat y acompañar un viaje en auto a la costa o cosas de esas que se hacen en verano. El disco dura alrededor de cuarenta minutos y tiene doce canciones, algunas relmente bellísimas, como Stephen (guitarras en primer plano) o Misery; también se destacan Bad Feeling y Beachy Head. Los chicos también tienen sus videos, grabados en Super 8; allí están con sus atuendos a lunares y mocasines de abuelo (lindísimos, claro) alimentando las referencias al pasado. Qué importa; lo que hacen suena bien, y va a sonar mucho más este 2012, que ya los incluye en el lineup de festivales como el Primavera Sound.

Misery