tUnE-yArDs – W H O K I L L

mayo 18, 2011

tUnE-yArDs - W H O K I L L

tUnE-yArDs

W H O K I L L

2011 – 4AD

[8.0]

.


Ese nombre que parece una cordillera textual de mayúsculas y minúsculas puede molestar o provocar una sonrisa o llamar la atención. Ese nombre ya nos dice muchas cosas. Que la música que se esconde detrás no conoce de reglas y convenciones, que sólo quiere fluir libre y sonar fuerte escapándole a cualquier etiqueta que trate de encajonarla (de ahí que las reacciones al escuchar sean las mismas: molestia, complicidad, sorpresa). Que la música es -debería ser- libertad, osadía, diversión y, sobre todo, un arte que todavía no ha desembuchado todos sus encantos.

Ese espíritu libre se llama Merrill Garbus y acá está de vuelta jugando en primera con un nuevo trabajo gracias al éxito de un debut  –Bird-Brains de 2009- hecho en casa y a pulmón que lentamente se ganó la aceptación de gente que prefirió sonreír ante lo diferente. La chica de New England grabó W H O K I L L en un estudio profesional con músicos y técnicos pero la frescura no se mancha. Al contrario, se pulen y perfeccionan los acabados de la imaginación con agregados de vientos, bajos, mejores técnicas de sampling y looping y una matriz más melódica pero no por eso menos innovadora.

Pero antes de seguir hay que decir que la voz de Merrill es despampanante. No sólo por el uso de un rango que se desplaza de la mayor fiereza y potencia hasta la dulzura propia de un canto de cuna (y en esto no es tan loco decir que tiene algo de Mercedes Sosa: Garbus pone la voz pero en realidad al cantar pone el cuerpo todo y eso la convierte en una intérprete con todas las letras, acercándose a la tradición de la música popular latinoamericana), sino también por sus múltiples usos gracias a sampleos que dan forma a arreglos vocales que pululan por doquier (sobre todo en Es-So y el primer corte, Bizness). Así, la voz no sólo como cuerpo sino como instrumento es la gran protagonista, guiando y dando cohesión a los demás elementos.

El pulso bailable y sucio de My Country y sobre todo de Gangsta, el arrorró rebelde y cool de Powa y el extraño sabor platense del ukelele de Riotriot son algunos grandes momentos de W H O K I L L, un disco que, si tenés suerte o paciencia o buena predisposición, te molestará más tipear su nombre que escucharlo.

DEGUSTACIÓN

BIZNESS