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Indies, nerds, kitschs, de culto o pseudo-comerciales. La validez de Hurley se manifiesta simplemente por el mero hecho de ofrecer esa particular frescura perenne en sus composiciones. Weezer ya no es novedad, pero qué reconfortante es escucharlos nuevamente.
Si hay que reconocerle algo a Weezer en todos estos años es su (no) originalidad al momento de decidir cuál va a ser la portada que estampe sus LPs de turno. Verde, Azul y Rojo, por caso, son algunos de los tÃtulos que ante la ausencia de un nombre fueron identificados ciertos discos. Hurley, el personaje XXL de la épica serie Lost, ilustra y titula sin motivo alguno su última producción.
Pero, ¿la originalidad acaso ya le es esquiva a Rivers Cuomo y los suyos? Hurley parece no dar muestras de aquello. Por contrario, Weezer es un grupo que siempre se mantuvo en lÃnea recta en cuanto a coherencia musical se trate. Poniendo continuamente el acento en las buenas melodÃas y los estribillos gancheros, el octavo disco de los californianos continúa el derrotero que cimentó desde hace años con nÃtidas y clásicas canciones como Ruling Me, Where’s My Sex? Y la potencialmente radiable Smart Girls.
En poco más de media hora, Hurley resume la vigencia de Weezer. Banda que perpetuamente estuvo ahÃ, haciendo lo que mejor sabe hacer: buenas canciones.
Degustación:
Smart Girls
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