A base de buenos ritmos, juegos vocales y guitarras penetrantes estos muchachos debutan con un excelente disco plagado de pop, folk y afro beat. Gorilla Manor es el nombre de este primer trabajo y también de la casa donde solÃan vivir todos juntos. No es casualidad entonces esa sensación confortable que producen sus canciones, donde todo aparece en su justa medida, como si hubiese sido ensayado por toda una vida.
El comienzo es espectacular, Wide Eyes y Airplanes son seguramente de lo mejor de todo el trabajo. La baterÃa, acompañada por sutiles percusiones, escapa a cualquier lugar común y complementa con frenesà la suavidad de cada melodÃa. Todos los integrantes de la banda cantan en cada una de las canciones y armonizan tan bien que muchas veces es imposible distinguir la cantidad de voces que están sonando. A todo esto se le suman algunos arreglos de guitarra y teclado, que terminan de darle forma al sonido de estos estadounidenses que, curiosamente, editaron su trabajo primero en Inglaterra y casi medio año después en su paÃs.
El resto del disco arrastra más o menos la misma intensidad del principio, poniéndose por momentos un poco más denso (Cards and Quarters), pasando sorpresivamente por un cover de ¡Talking Heads! (Warning Sign) y emocionando de la mano de los violines en la estupenda Who Knows Who Cares. Los últimos temas quizás empiezan a sonar un poco parecidos a todo lo anterior, pero lejos de aburrir terminan de dejar en claro la finalidad de la banda: reinventar con estilo el folk sesentoso para hacerlo sonar moderno. El objetivo está más que cumplido.
Degustación:
Wide Eyes
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