Está claro que la música de Beach House viene de otro planeta. Cada melodÃa parece estar flotando en una tierra de ensueños, bien lejos de la vigilia. En este tercer trabajo los estadounidenses, que tuvieron la producción de Chris Coady (TV on the Radio, Yeah Yeah Yeahs), suenan mejor que nunca y son capaces de hipnotizar a cualquiera que los escuche.
El comienzo del viaje es con Zebra, donde el dúo introduce esa fórmula de pequeñas repeticiones cargadas de reverb que suenan como un vaivén de caricias. Y enseguida, sin dar respiro, aparece el punto más alto del trabajo
Silver Soul es una pieza maestra, de esas que no se escuchan todos los dÃas. Victoria Legrand suena más penetrante que nunca y, mientras su voz recorre toda la galaxia, las guitarras trazan con el slide una cálida melodÃa que emociona de principio a final.
Uno de los secretos detrás del sonido de este álbum es que lo grabaron en una iglesia de Nueva York que fue convertida en estudio de grabación. Es por eso que logra mantener esa atmósfera espacial de sus antecesores pero trasladándolo todo a un campo mucho más real. Con la misma finalidad, los secuenciadores de baterÃa fueron reemplazados por el instrumento real y esto termina de darle un matiz mucho más cálido a las composiciones.
Todo se va transformando mientras pasan las canciones. O no. Quién sabe. Pero a medida que se suceden las sensaciones mutan, crecen, aparecen y desaparecen. Y asÃ, mientras suenan Walk in the Park, Better Times o Real Love, es posible pasar de la euforia al llanto, de la nostalgia a la felicidad y del suelo al cielo como si nada.
En menos de una hora Teen Dream puede abstraer a cualquiera de la realidad para llevarlo de excursión por ese mundo onÃrico que proponen. Al final la sensación es de calma y tranquilidad, como en cualquier otro despertar.
Degustación:
Silver Soul
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