Suelto – Gustavo Cordera

septiembre 1, 2009

El pelado bersuitero le dijo basta a las tetas, los culos, las bolas, en fin, a la testosterona que exuda su banda de siempre para componer en solitario once canciones que destilan un perfume de mujer tan fuerte que por momentos asquea.

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«Me encantaria hacer algo con Ricky Martin, porque me parece un artista de la concha de la madre. Es mas, lo invité a cantar en el disco, pero no pudo participar». Esta sorprendente declaración de Gustavo Cordera a la Rolling Stone ya nos dice bastante sobre la nueva dirección conceptual encarada en este primer trabajo solista.

El líder de la Bersuit (la banda no se separó, de hecho Suelto está producido y dirigido por el bajista Pepe Céspedes y el guitarrista Osky Righi) de entrada aclaró que éste iba a ser «un disco muy femenino». Y vaya que lo es. Cordera, como un Arjona menos descarado, no sólo le canta a la mujer en una inquietante segunda persona, también la consuela, la aconseja, la protege, la describe y un poco más y no le lee la mente y se pone en su lugar. Todo eso impregnado por una prosa de tintes reflexivos y místicos conjugados con una alta dosis de cursilería. El resultado no puede ser más que insoportable.

Ejemplos: «Ser para los demás te deja mal /tan cumplidora, que a sí misma se abandona» (Tan Cerca, Cerca); «Una guerrera con tantas heridas /ve que sus marcas son señas divinas» (Volátil); «Otra batalla y ya no habrá /quien nos pueda recolectar /las esquirlas del alma» (Almas Armadas), «Maternidad morena /vientre azul en luna llena /presagios de guerreros /brujas y hechiceros» (Mensajera) ¿Hace falta más?

Y es una lástima porque, si ignoramos los molestos coros femeninos y el corte Me la Juego a Morir, con su espantosa base electrónica, el disco musicalmente está bien. Mantiene la diversidad de estilos propio de la Bersuit y así se acerca a la bossa nova (Aprendió a Volar), al bolero (Mensajera), al gospel, con las palmas y los coros de Confío y al tango orquestado en No hay Monstruos Invencibles, cantado junto a su hija Yanella Cordera Céspedes.

La dulce melodía acústica de Aprendí a Esquivar (que por suerte habla del boxeador
Niccolino Loche como metáfora de la debilidad física de la mujer frente al hombre resultando la letra más sutil y agradable del disco) y los acordes saltarines de guitarra en Volátil también suman, y terminan de confirmar que el gran pifie de Suelto son las letras y el exaltado costado femenino de Cordera, que incluso hace que prefiramos a las bolas, las tetas y los culos de vuelta.