Relapse – Eminem

julio 4, 2009

Eminem se limpia de drogas pero no de otras viejas mañas: luego de cinco años, paso por rehabilitación de por medio, lanza Relapse (reincidencia en español) y no hace otra cosa que tratar de sacarse de encima los mismos fantasmas de siempre.

Relapse, Eminem
Todos sabemos que Eminem es una estrella mundial. Pero cabría preguntarse hasta qué punto caló en el público argentino, y en términos más generales, en el de habla hispana. Porque en un género musical como el rap o el hip hop es fundamental el peso y la comprensión de las letras, de las rimas e incluso, para dificultar aún más la cuestión, del slang que abunda por todas partes. Así, la diferencia idiomática se vuelve una barrera innegable para poder apreciar esta clase de música en su totalidad. Distanciamiento que además se amplía si se tienen en cuenta otras diferencias, como las de carácter socio-cultural: rasgos identitarios ampliamente difundidos en la letrística del género, que escapan a nuestra propia (y latinoamericana) realidad cotidiana.

Dicho esto, y suponiendo que la barrera del idioma no existe y Eminem rapea en nuestra misma lengua, se podría decir que sus letras son más de lo mismo y que nuevamente utiliza dos modalidades. Por un lado, las de corte autobiográfico, en las cuales Marshall Mathers cuenta sus eternos dramones con las drogas y se sigue lamentando por la madre drogadicta (My Mom) y el padrastro que abusaba de él (Insane), todo eso con un nivel de sordidez casi intolerable. Y por el otro, los temas que son narrados por Slim Shady o algún otro personaje ficticio que le sirven a Eminem para dar rienda suelta a sus fantasías sádicas.

Los asesinatos a Lindsay Lohan y Britney Spears (Same Song & Dance) o a alguna otra celebridad joven y reventada del momento, si bien tampoco son ninguna novedad en las letras, al menos hacen que, aunque se narren actos de mucha violencia, el clima denso y agobiante producido por los temas verídicos se distienda un poco. Pero hasta ahí. El rencor, el morbo y la burla se repiten tanto y sin reformularse que sólo logran agotar y aburrir. Un ejemplo de esto es We Made You, en la cual Eminem se ríe de tantas celebridades (que no nombraré porque no tiene sentido) que más que una canción de rap parece la tanda comercial del canal E!.

Musicalmente la producción de Dr. Dre se deja escuchar prolija pero monótona y desapasionada. Los beats resultan funcionales para destacar las letras de Eminem que, como ya dijimos, no brillan demasiado. Así, el disco termina haciendo agua en los dos aspectos. Algunas pocas excepciones (en un disco de muchas -demasiadas- canciones) son 3 AM, con el único estribillo que logra perdurar en la cabeza y un Eminem rapeando con una voz irreconocible y un flow mucho más fluido y fresco, y Hello, que consigue cierto groove marcado por un bombo y arreglado con scratches.

Posiblemente Eminem tuvo (o está teniendo) el mismo destino que Marilyn Manson: como en ambos la popularidad y el éxito comercial es directamente proporcional a la capacidad para provocar (más que a la de evolucionar musicalmente), en el momento en que ya no logran asustar, perturbar, indignar, la marcha atrás no resulta más que inevitable.