Quiero ser como vos, y no pensar // que las cosas que hago pueden estar mal // que las cosas que digo pueden lastimar // porque eso en vos parece funcionar
Una de las constantes en el último año es que me volví una evangelizadora de El Nota: cada vez que confirma una fecha obligo a mis amigos a ir a verlo, los arrastro hasta el antro de turno y les prometo una experiencia única. Repito el “tenes que ir a ver al Nota sí o sí” como si fuera un mantra. No quiero que mis amigos lo escuchen solo en Spotify, quiero que lo vean en vivo. Ir a verlo es como una experiencia medio religiosa, te llega al corazón.
Hay que ser muy valiente para la indecisión // decir no se que pasa no me gusta quien soy // lo digo sin tristeza odio ser quien yo soy
Lo conocí sin saber quién era, sin esperar nada de él y superó todas mis expectativas, todavía intento entender porqué: su música no tiene grandes elementos distintivos. Él es un personaje, pero tampoco hay algo que digas “wow”. Lo que tiene, que no tienen casi ninguno de los artistas de la actualidad, es que El Nota es genuino.
Sus discos están medio mal grabados y, aunque sean hermosos, la verdadera experiencia es verlo en vivo. Si bien suenan a indie, él en vivo es hardcore puro y duro.
No sé cesará cuando encuentres trabajo // tampoco cuando quieras renunciar // no cesará cuando encuentres pareja // ni cuando sientas amor de verdad
Puede ser que todavía no sepan quién es El Nota y no los culpo porque algo que está pasando es que la está pegando de a poco. De repente sus shows cada vez se llenan más, de repente hay gente compartiendo sus canciones en historias de instagram, personas hablando de él en twitter. El Nota se llama Nazareno, es de Rafael Castillo y lo acompaña una banda increíble: La banda de El Nota.
El Nota aparece ahora en lineups de festivales pero también toca en antros con su banda, que funciona por momentos como un grupo de acompañantes terapéuticos. Arriba del escenario lo guían, arrancan las canciones con miles de guitarras y un sonido super pulido y de repente El Nota sale: parece que va a hacer cualquiera, a equivocarse, a cagarla, a tocar mal una nota o cantar mal una letra pero no, El Nota sabe lo que tiene que hacer.
El Nota es la envidia de la banda de moda que imposta peronismo, la envidia de los pibitos que flashean Spacemen 3, la envidia de cualquier banda promedio que toca muy fuerte la guitarra y cree que con eso es suficiente. El Nota es el artista más sincero de los últimos tiempos.
Este es un viaje de ida // desde acá no hay salida // me dijiste ese día // antes de saltar// y es que fue así exactamente // todo era diferente // Me quedaba desvelado // de tanto pensar // en el olor de las personas // que se pierden en su hogar // Al encontrar tan lejano su momento de escapar hacia la felicidad
Lo más lindo de El Nota son sus letras: hablan de salud mental pero sin bajar línea, hablan de amor, de tomarse el colectivo, hablan de fumarse un porro, del olor a pedo en los bondis, de los simpsons, de estar triste, de tener sueños, de la depresión, de los chetos. Hablan de la droga pero no desde el lugar cool que estamos acostumbrados a escuchar en una canción. El Nota podría ser un artista indie más pero no. Como dije antes, tiene algo que el resto no tiene. El Nota es genuino.
Si quisiera mi cerebro se escapa por mis orejas // y derrama como techo con mal puesta las tejas // quisiera poder aprender a amar // pero no me deja//
Cuando googleo al Nota o a la Banda de El Nota solo me aparecen dos cosas escritas en internet: un perfil en Rapto y una entrevista muy linda en Página 12. Me extraña que no estén hablando más de él.
A los que ven amenazas // En un mundo sin porqué // A los que cargan con el daño // Inundado en su sangre
Me costó mucho escribir esto. Creo que todo lo que tengo para decir sobre él no es suficiente, no le hace justicia. No hablo como una persona que se fanatizó con un artista, solo quiere decir cosas buenas y está sacada escuchando 24/7 empapelando su habitación con posters, hablo como alguien que va a ver muchas bandas y suele odiar (casi) todo.
El Nota cae en bici a una entrevista en Palermo después de tomarse el Sarmiento y haberse olvidado la sube. Te pide un pucho y al toque te pide perdón por joderte. En las entrevistas grabadas parece empastillado y que va a saltar con cualquier cosa pero no. El Nota habla, explica, piensa lo que va a decir. Es sincero.
Tanta alegría tantos sueños // no eran para mi // tantos sueños
El Nota no necesita letras difíciles y complejas llenas de metáforas y no sueña con ser un rockstar. Como dice en la entrevista que le hizo Malena Saito, no quiere grandes lujos, solo quiere tener “alguna vez un auto de mierda, poder irme de vacaciones, vivir con dignidad. Esas cosas parecen un lujo, cosas que antes eran comodidades ahora son herramientas diarias, o sea tan lujoso no es lo que quiero o necesito para poder seguir haciendo lo que hago”.
A veces, de vez en cuando // Parezco mejorar // Pero de nuevo me encierro
Hace poco leí algo de Romina Zanellato que creo que aplica mucho a lo que pasa con El Nota y sus letras y por qué me llega más al corazón:
Las personas que tienen la vida más o menos hecha, ordenada, al tener las condiciones básicas satisfechas, el arte que generan es menos urgente o menos excitante; es menos visceral. Son decisiones estéticas más pensadas, más conceptualizadas. Pero cuando el arte y la música se produce en los márgenes, en personas con una pulsión de crear realmente tan grande, digamos, que se superpone a sus propias limitaciones socioeconómicas, hay algo ahí de esa urgencia y esa realidad que a mí me interesa bastante más. Lo digo por esto de preguntarnos de dónde proviene la creación.
Una parte de mi quiere que El Nota se haga más conocido, que todo el mundo lo vea, que llene estadios. Pero otra parte tiene miedo de que eso pase. Parece que El Nota dejó las grabaciones lofi en su casa porque lo fichó un productor, de esos que están atrás de las bandas del momento.
Lo único que espero es que no lo rompan. Nos merecemos El Nota genuino por mucho tiempo más.