Aislamiento Día 8: Californication

marzo 27, 2020

Viene de acá: Aislamiento Día 7: choose life.

Estuvimos escabiando birra a morir, pero evidentemente aún le faltaba un golpe de horno. Ahora tengo una acidez que me muero y no puedo ir a comprar un antiácido a ningún lado. Debería existir un plan social que te cubra el Alikal y el Gatorade. Si me mata otra cosa que no sea la resaca, todo bien. Lo consedo. Al fin y al cabo me sacan una banda de guita por la obra social y no cubre ninguna de mis drogas. Encima con esto de la pandemia, seguro suben la cuota.

El aislamiento se empieza a sentir. Además, la amenaza de que puede extenderse empieza a jugar psicológicamente en contra. A nivel botiquín venimos perfecto, pero nos falta el esparcimiento. Necesitamos nuestro hábitat para desarrollarnos. El Tinder funciona pero no es lo mismo. Hice 3 matches pero por razones públicas la cosa no pudo avanzar demasiado. Aunque sí lo suficiente como para descubrir que no éramos más que un garche.

La que más me gustó es una gringa de Idaho, Kimberly se llama. La loca estaba atrapada en Baires porque no se puede volver. Estuvimos hablando de su ciudad, me contó un chiste que tienen allá con la invasión californiana. Es un sticker que dice «Don’t Californicate Idaho», porque los capitalinos se les están instalando en el pueblito. La parte trágica de su relato es que se vino a Argentina después de romper con su prometido y ahora quedó atrapada en Argentina.

Ella tenía esperanzas de volver con él, pero hace poco el tipo le escribió contándole que estaba enamorado de otra persona: de otro loco. Justo hoy, me contaba, le había propuesto un trío para cuando regresara. «Le dije que no, pero quizás no soy lo suficientemente open minded para aceptarlo« – me contó. Pienso que este mundo necesita más gente como ella.

Mientras le contaba las historias de Tinder a mi amigo, el vecino Heavy Metal volvió a entrometerse en la conversación con comentarios que desacreditaban mi relato. «Si supiera tu madre las boludeces que haces para ponerla, se moriría de vergüenza«, tiró primero. «¨»¨Nosotros ya estábamos un toque perjudicados por la IPA-Andemia y yo me envalentoné: «Cuando no quiera ponerla más me voy a hacer Heavy Metal y escuchar canciones que digan ‘¡Viva Satán! Estoy recaliente porque no la pongo nunca’«.

Se hizo un silencio atroz de un par de segundos y cuando pensé que nuestro enemigo estaba yendo a buscar algún elemento para el contraataque, se escuchó una carcajada que retumbó en todo el pulmón del edificio. «Vos no entendiste nada, Millennial. Seguí con tu garche virtual, imbécil».