Maca Mona Mu: cuando compongo no pienso mucho y las canciones me van diciendo lo que necesitan

julio 18, 2019

«Yo quiero vivir / y salirme de esta cárcel / que no me deja apreciar esa luz / que aparece en los ojos cuando hablo con alguien» canta Maca Mona Mu en «˜Tiempo Real’, canción que forma parte de Bambú, su último disco. Por ese motivo, esta entrevista se tenía que hacer cara a cara. «El encontrarse también se da en los conciertos. El año pasado hice unos shows en un living con la impronta de encontrarse a compartir música en medio de la ciudad caótica», me explica Macarena cuando se lo comento. 

Para quienes no la hayan escuchado, pueden empezar con el anteriormente nombrado Bambú, un álbum conceptual que consta de tres partes. Es que según una leyenda japonesa, el bambú puede tardar hasta siete años en brotar, durante ese tiempo prepara su raíz y condiciones para luego crecer varios metros en pocos días. «Cuando me sumergí en el proceso del disco me sentía en el proceso de regar una idea y ser constante, aunque no veía ningún resultado al principio». Eso, además, le dio la flexibilidad y fortaleza que la compositora necesitaba.

¿Durante qué años fue ese proceso?

Es loco medirlo por años porque a mí como compositora las canciones me ayudan a transformar un montón de cosas. Está en constante transformación eso. No es algo que tiene un inicio y un fin. Sí te puedo decir que desde que salió Semillas (2013), mi anterior disco, no paré de laburar, de tocar, de compartir mi música. A la vez que eso sucedía, se me despertaba una inquietud y unas ganas de ir para adentro. De esas ganas surgieron nuevas maneras de componer, de crear. Entonces puede ser que haya surgido entre 2015 y 2016 la idea concreta de reunir las canciones para hacer un disco. Si bien no tardé siete años como el bambú, internamente estaba gestando algo que me llevó a desarrollar esas raíces.

¿Cuántas canciones reuniste para encarar el disco?

Junté un gran conjunto de canciones. Al principio eran 50, después bajé a 25 y después quedaron las 18 finales. Eso me llevó a mí a hacer a pensar qué quería contar en esta historia y qué canciones coincidían con la energía del bambú. Tuve que dejar mi ego y mis caprichos musicales de lado para realmente poder sumergirme en ese proceso.

¿Y te ayudó alguien en ese camino?

En la grabación, maquetación y las ideas me acompañó Alan Fryszberg. Pero la selección de las canciones fue algo muy interno, muy personal. Me tuve que conectar con canciones que eran más antiguas y otras que eran más recientes. Ver la intención de cada una para que estén alineadas al concepto del disco. Fue súper introspectivo y personal, me metí en un montón de emociones. También me tomé mi tiempo para elegir esas canciones porque quise ser muy sincera en la selección.

¿Cómo elegiste las tres colaboraciones que incluye Bambú (Hilda Lizarazu, Luciana Mocchi y Paula Nader)?

Por lo general me pasa que cuando compongo no pienso mucho y las canciones me van diciendo lo que necesitan. Como las plantas que te dicen «necesito más riego» o «este lugar no me gusta, quiero que me cambies». Por ejemplo, con Hilda Lizarazu me pasó que mientras componía escuchaba su voz. Entonces dije: «le tengo hablar y contarle lo que me pasa». Conversamos, tomamos un té, le conté la idea, le copó, vino, grabó y todo fue espectacular. Por suerte pienso en algo, aparece la intuición y se concreta. Con Luciana Mocchi me pasó igual. Y la canción con Pau (Paula Neder) se llama «˜Esto No Va a Sanar’ y las dos estábamos en un proceso de sanar algo internamente. Fe muy emotivo, muy fuerte grabar juntas esa canción y sentimos que sanamos algo en ese proceso. Que pudimos transformar lo que nos estaba pasando.

¿Y cómo vivís el paralelismo de presentar Bambú en vivo y ya estar trabajando en Kalanchoe, tu próximo disco?

Yo vivo la presentación de este sábado como el cierre de una etapa y el comienzo de otra. Las canciones de Bambú son canciones que fui tocando y probando en vivo a medida que estaba en la producción del disco. En los conciertos en el living del año pasado las pude compartir como fueron compuestas originalmente; guitarra y voz, piano y voz. Fue como un pre lanzamiento y estuvo re lindo.

Y lo de la creación es medio raro cómo se maneja en tiempo y espacio. Voy creando cosas a medida que me van sucediendo, que voy viviendo. Esta nueva etapa de Kalanchoe es un proyecto que yo tenía armado para el año que viene, pero me anoté en la Bienal y quedé, entonces ese proceso se aceleró. Y es muy loco porque el kalanchoe crece muy rápido en poco tiempo y desarrolla raíces en espacios reducidos, todo lo contrario al bambú.

¿Qué buscás en esa plataforma de promoción de artistas jóvenes que es la Bienal?

Yo me anoté en la convocatoria Producción de disco para poder concretar un proyecto que ya tengo pensado. Tiene 25 canciones pero lo fuimos adaptando porque la Bienal te ayuda a producir un EP de media hora. Con Lucy Patané, la productora con quien estoy trabajando, fuimos haciendo una selección de esas canciones desarrollando los conceptos que yo tenía pensados: el collage, el kalanchoe, el crecimiento rápido, lo urbano.

El kalanchoe tiene la capacidad de clonarse a sí mismo. Y justamente a partir de esa característica estamos desarrollando un concepto sonoro a través del loop de voces. Va a ser como la mezcla entre lo orgánico, la naturaleza, y la ciudad, el loop mental.

¿Qué podemos esperar del show del sábado?

Que es una celebración, que es un festejo de una etapa. Pasarla bien y compartir este proceso con todas y todos lxs que vengan. Esperar creo que nada, sino pasar un buen momento y poder adentrarse en ese teatro que es hermoso. Va a ser único e irrepetible y para mí es muy importante porque es el cierre de una etapa.

El show será el sábado 20 de julio a las 21 hs. en el Teatro Xirgu Untref de la Ciudad de Buenos Aires. Promete mantener la esencia de los conciertos en el living y las entradas las pueden conseguir por acá.

 

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