El adiós a Keith Flint: perfil de un Firestarter

marzo 6, 2019

Incendiario, explosivo, salvaje, inquieto e intimidante son algunos de los tantos adjetivos que podrían describir lo que era Keith Flint en el escenario. Un frontman con todas las letras que supo ser la imagen por la que todos conocemos a The Prodigy. Es que no hay manera de separar el nombre de la banda de su doble cresta, sus bailes, su energía inagotable y esa expresión de «Hannibal Lecter mezclado con el Guasón». Así lo describió un amigo durante uno de los shows que dieron en Argentina.

Su talento era impresionar a las masas a través de su fuego incontrolable. ¿Sus armas? Un micrófono, una voz rasgante y palabras filosas que alimentaron a esa generación dorada que se nutrió de raves, techno, acid house, drum ‘n bass, breakbeat y sonidos muy lejanos al mainstream pero que lo llevaron junto a Liam Howlett y Maxim Reality a ser una de las bandas mas poderosas y convocantes del Reino Unido.

«Vive rápido, muere joven y deja un cadáver bonito» decía la frase que se le atribuye a James Dean y que de algún modo el punk tomó como insignia. En ese sentido, Flint ya había vaticinado su muerte mucho tiempo atrás. Hace unos años, intentó quitarse la vida. «Estaba enroscado con la cocaína, el alcohol y otras drogas» comentaba en una entrevista para el medio The Times y confesaba: «hice una línea con pastillas y las fui tomando una por una hasta que perdí la cuenta de cuantas iba y me caí desmayado». «Hay que tener huevos para suicidarse, pero yo fui un cobarde» admitía, y aseguraba que no estaba ahorrando para nada, advirtiendo que «siempre he tenido esta cosa de mí que, cuando termine, me mato. Juro por Dios que no es suicida, definitivamente es algo positivo».

Keith Flint nació al este de Londres en septiembre de 1969 y a principios de los 90’s conoció a Liam Howlett en un club llamado The Barn en la ciudad de Essex. Unidos por la música electrónica «pesada», al poco tiempo se juntaron con Maxim Reality y Leeroy Thornhill para darle forma a The Prodigy.

En un principio, Flint era solo aquel bailarín descarriado de pelo largo que se podía apreciar en el video ‘No Good’ atrapado en un chaleco de fuerza en una jaula de vidrio. Ya para el tercer disco de la banda, se lanzó con sus vocales al mejor estilo Sex Pistols en ‘Firestarter’ y ‘Breathe’. Y con ese look «punky-esquizoide» completamente renovado le dio a la banda la reputación de tener uno de los mejores shows en vivo del mundo.

A partir de entonces, cada disco que lanzaron llegó a los primeros puestos en los charts, mientras su salvaje presencia en los shows y su carisma en el escenario generaban cada vez más adeptos a la banda que de golpe tomó una actitud mas punk y hardcore, sin perder la esencia ravera que los caracterizaba.

Flint era un fanático de las motos de carrera y en los últimos años había formado un equipo con el que ganaron varios títulos. También manejó un bar llamado The Leather Bottle durante unos años en Essex, donde además vivía junto a sus perros en su mansión alejado de las multitudes. Allí se lo veía a menudo montando a caballo y haciendo deporte. En ese mismo lugar fue hallado inconsciente en la mañana del lunes 4 de marzo de 2019. Los paramédicos intentaron reanimarlo pero no hubo éxito.

Con su partida, a los 49 años, Keith Flint deja un legado indiscutible. Junto a The Prodigy cambió el modo de ver la música electrónica. Y esa manera salvaje y transgresora será difícil de igualar. Hoy no solo la escena dance, sino también el mundo de la música lo llora. ¿Qué pasará de ahora en más con el resto de la banda? El tiempo lo dirá.

 

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