Una canción buenísima (Parte I)

noviembre 30, 2017

– ¿Lo tenés a Daniel Johnston?

– Solo de nombre (probablemente por «la-remera-de-Cobain») ¿Qué onda?

– Hmm, lo que escuché no me gustó ni un poquito… Pero… tiene una canción hermosísima.

En mi consumo fanático e incansable de Wilco, encontré un show acústico que dieron en el auditorio de la radio KEXP, en donde me conmovieron con la belleza de una delicada canción llamada True Love Will Find You In The End, canción que no está en ninguno de sus discos. Que Wilco me conmueva no es algo extraordinario ni mucho menos (otro día ampliamos). Y estoy acostumbrado a que sus non-album tracks sean tan formidables como sus discos (Panthers, Cars Can’t Escape, The Good Part). Pero esa canción… esa canción…

Eventualmente la encontré dentro del compilado de rarezas Alpha Mike Foxtrot, y estuvo a mi alcance disfrutarla vía Spotify a pedir de click, asumiendo siempre que era una «canción Wilco» (reconozco que me gusta un poco más la versión del acústico en KEXP).

Hace unas semanas apareció un video de un show en Chicago de un tal Daniel Johnston en el que, secundado por Jeff Tweedy (alma máter de Wilco, para los desprevenidos) «& amigos», hacían un cover de You’ve Got To Hide Your Love Away.

La presencia de Tweedy despertó mi curiosidad, así que le di una chance. La incredulidad me superó… ¿Qué hacía Tweedy ahí? Se lo veía tocando la guitarra feliz, como quien se sube al escenario con uno de sus héroes, pero… Ese cover era feo. Desconocía el contexto de Johnston, sus problemas. Pero al cabo que ni importa. La música es música. Hay artistas que la tratan bien y artistas que no. Esta versión entraba sin dudas en la segunda categoría. Y encima con una canción de The Beatles.

La magia de YouTube me linkeó otra canción de ese show: True Love Will Find You In The End. ¿Ese Johnston haciendo un cover de Wilco? Ay, por favor no…

En un acto de casi-masoquismo, decidí verlo. Dicen que la curiosidad mata al gato. Y…

«Complicada» la versión… No solo el Daniel canta sin importarle la delicadeza… ¡¿sino que estornuda al micrófono en el medio de la canción!?

Todo más que mal.

Claro, pero ahí me cayó una ficha. Había entendido todo al revés. Esa canción preciosa, ese diamante en bruto que en manos de Wilco era una delicia… era de Daniel Johnston.

No puede ser…

Entonces, y contra todas las primeras impresiones (e instintos), fui en busca de la versión original (año 1985). Y me desarmó. Muchísimo más frágil que la versión de Wilco, es un suspiro que en menos de dos minutos, te acaricia el cuore con un nivel de belleza sorprendente.

Sobre un rasgueo desprolijo, una voz irreal te jura y perjura que el amor verdadero te va a encontrar eventualmente. Que sabe que estás triste, pero que te promete que, si lo buscás, el verdadero amor está ahí, buscándote también…

Si, si, ya se, tenés razón. En los papeles, pinta un cliché horroroso. Y sin embargo, funciona. Sin embargo, ¡este Johnston lo hace funcionar!

¡Eureka, descubrí mi nuevo artista favorito! (¿Eureka? Bueh…)

Podría haberlo sido… Pero no, ni cerca. Las demás canciones de ese disco no eran para mi. Las pocas otras que escuché en otros tampoco.

Y me quedé con True Love… feliz de haber encontrado una hermosa canción (aunque aún un poco traumado por ese estornudo).