Kanye West puede ser uno de los músicos más talentosos de los últimos años y su ego está al tanto de la situación. Pero el fin de semana pasado le cabió: lo contrataron para tocar en el casamiento del nieto del presidente de Kazajistán (posta) y le pagaron 3 millones de dólares en una ceremonia de despilfarro absoluto. El rapero se presentó fiel a su estilo de bocón pero a los invitados no les interesó mucho, solo algunos se sacaron una autofoto mientras él cantaba.
El video que subió a su cuenta de Instagram «helengadjilova» muestra a Kanye en medio de su show frente a un público más preocupado en tomar un trago que mirar al escenario. Un verdadero momento incómodo para un tipo acostumbrado a llevarse todas las miradas.
