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«Soy la oveja negra», dice Facu Cruz sin problemas al contar que en su familia son todos académicos menos él, que prefirió dedicarse a su pasión tras un paso fallido por la escuela de derecho (un cuatrimestre y afuera). En su casa se respira música de la más variada, Creedence o Los Chalchaleros, los Rolling o Mercedes Sosa, y ese detalle no fue mÃnimo cuando tenÃa 6 años y para navidad pidió un rifle de aire comprimido. En vez de darle un instrumento para matar gente, le proporcionaron uno más útil: un teclado Casio que al principio desestimó y luego amó. A los 11 arrancó a estudiar guitarra y más tarde, gracias a su devoción por George Harrison, comenzó la difÃcil tarea de entender el sitar, un complicado instrumento de origen hindú que cuenta con 18 cuerdas (el más barato cuesta 1500 dólares)..
Gracias a esa exótica habilidad logró tocar como invitado en bandas como Grand Prix (Seba Rubin es como su padrino musical), Les Mentettes y Massacre. Facu también tuvo un paso importante por la música electrónica durante la primavera que el género vivió durante gran parte de la década pasada. Con una impronta house y gran capacidad para los remixes de corte radial, llegó a oficiar de DJ en diferentes boliches y festivales grossos como SAMC o Paradise Garage. Actualmente lo hace pero de forma esporádica. |
«Tomorrow Never Knows», lleva pintado en la piel de su brazo, otro claro ejemplo de la devoción de Facu por los Beatles y su etapa psicodélica (sitar incluido).
Foto y Video: Tino Raimondi