Entrevista con Odisea

octubre 8, 2010

Primero fue Eras mi persona favorita, después vino Amar en el campo. Ya sin Teleradio Donoso, Álex Anwandter, ahora convertido en Odisea, estrena uno de los discos más interesantes de la temporada. Un ejercicio de soul, house y más allá, que nos obliga a bailar y, por qué no, reflexionar sobre la intensidad urbana. Rocktails conversa con el compositor de Cabros y uno de los músicos de la escena chilena actual. 

-Cuando uno escucha este disco, Odisea, uno se recuerda de los álbumes que hacían en su momento Prince, Stevie Wonder. Discos del músico «one man band», encargado de todo. ¿Cómo planeaste tu nuevo álbum?

-Nunca me planteé hacer algo ambicioso. Lo principal era hacer un disco que me gustase mucho y que disfrutara su proceso de creación. El disco tiene matices, como la última canción que no tiene nada que ver con el resto del álbum. Es un reflejo de lo que me gusta e interesa. Siempre he intentado no autolimitarme y que así las ideas aparezcan más claras y la gente las entienda mejor.

-¿Te aburriste de cierto tipo de música que prevalecía en tus discos con Teleradio Donoso? ¿Cómo avanzaste hacia algo distinto en tu carrera?

-En el primer disco de Teleradio había canciones que hice, no sé, a los veinte años así que no fue un cambio tan brusco, ahora tengo 27. Además creo uno debe hacer cosas nuevas para no venderle mismo chiste a la gente una y otra vez durante treinta años. Uno tiene esta responsabilidad como artista. Hay una sobredosis de ese tipo de grupos de guitarras, influidos por los Beatles, y un día me cayó la teja de que eso ya no era suficiente para mí y que no me motivaba mucho que digamos.

-¿Más o menos cuánto tiempo te demoraste en componer y grabar el disco?

-Hay dos canciones de la última época junto a Teleradio y el resto es posterior. Básicamente continué con el mismo proceso que desarrollé con Teleradio: yo, en el estudio, componiendo y grabando, con la diferencia de que las canciones de Odisea no fueron grabadas por una banda. Me habré tomado un año en total, siendo la mezcla el momento más complicado.

-Cuando concebiste el álbum, ¿tenías algún disco en mente? Independiente del deseo de que fuera personal, ¿te fijaste en algún músico o estilo a modo de referente?

-No. Creo que dejé de escuchar música, para trabajar con mayor independencia. Mientras trabajábamos en Bailar y Llorar, me ocurrió que escuché un tema de Blondie y me gustaba mucho como sonaba una caja y quería emularla de alguna forma, lo que finalmente es una mala idea. Primero, porque es imposible lograr el sonido que había en Nueva York a fines de los setenta con los mejores equipos que han existido y, por otra parte, si ya está hecho, ¿para qué hacerlo de nuevo? Entonces, no pesqué muchas cosas ni me puse a escuchar tal o cual cosa. Hagámoslo según lo que nosotros creamos que esté bien.

-Hay una idea un tanto conceptual que recorre el disco. Algo así como «el hombre en la ciudad, un tanto inquieto y asustado por las cosas que pasan a su alrededor».

Fue algo medio inconsciente. Me preocupé de escribir cosas que realmente me preocuparan, evitando colocarme en modalidad canción de amor por default. Hay muchas variantes para hablar de esto, lo sé, pero en un día pasan muchas más cosas. Estoy seguro que todos pensamos más en plata que en amor… Es difícil la vida, trabajar, ganar plata; todo es bastante caro. Así que me dediqué a escribir de esos temas que me llamaban la atención. El cuento de la violencia es más metafórico que, por ejemplo, las noticias de Mega.

-¿No es entonces una alusión tan directa a la cotidianidad?

-No es el asalto en la calle, sino lo difícil que es vivir en Chile: sacarse la chucha trabajando para no ganar tanto, la calidad de vida es más o menos, en fin.


-¿Qué pasa con esa canción en que incluyes un sampler del caso Piñeragate?

-Esa canción de podría haber llamado Megavisión. La hice a propósito con una letra más abstracta y desencajada porque tampoco me interesa el comentario social del tipo «Piñera es malo, tiene mucha plata…». Lo pienso, claro, pero me parece un poco burdo colocarlo en una canción. Funciona como transfondo para otros temas que me interesan más. Poco a poco la gente irá reconociendo otras conexiones entre las letras del álbum.

-Tus temáticas han cambiado desde un foco más personal hacia temas más públicos. ¿Qué hay en esta variaciones de enfoque?

-Ahora que lo pienso, mis discos anteriores se referían más a lo que yo pensaba o sentía; ahora, se vinculan con lo que veo. Tuve cuidado de no ponerme en onda protesta social, como te decía.

-¿Y esto partió de mirar algo que te pareció muy potente y que te convocó a hablar sobre ello?

-Recurrentemente, hay una noticia que te impacta. Recuerdo estar en el estudio mientras veía los resultados de las elecciones y aparecían partidarios de Piñera celebrando con bustos de Pinochet; chuta, algo muy fuerte. Siempre hay noticias que si eres capaz de seguirles el hilo, puedes llegar a algo muy potente. O ahora con el caso de los mineros: todos sabemos que ellos quedaron atrapados no por nada. Es complicado hablar de estas cosas sobre todo porque si uno quiere hacer un comentario más social la gente comienza a exigirte ciertas credenciales. Pero sí me interesaba que las letras pudieran seguirle el hilo a aquellas cosas que solemos mirar superficialmente en la vida.

-Álex, ¿cómo observas el desarrollo de la escena musical en Chile?

-Creo que hay gente muy talentosa, pero en ningún caso hablaría de una escena y menos aún de una industria, esto porque básicamente no hay plata. Los locales son muy pocos, la gente no tiene plata para ir a los recitales ni comprar los discos. Parece un poco deprimente, pero ésa es mi visión.

-Entonces, ¿qué es lo que sustenta la oferta de música en Chile? ¿Las tecnologías de la información? ¿Cómo notas al público, más receptivo, más abierto?

-No, no creo que la gente mejore. Sí, hay gente que hace cosas y es la que yo valoro. Pasa frecuentemente que la gente confunde tener opiniones sobre ciertas cosas con hacer cosas: tener opiniones es bastante más fácil que hacer algo. Cada vez hay más gente con acceso a hacer música, pero hay que enfrentarse eventualmente con un mercado que en Chile es muy chico y si tú quieres salir fuera tu opción es México y quizá las reglas de su mercado no te interesen tanto. Le gente piensa que hay una escena porque en realidad todos somos amigos. Antes probablemente, en los noventa, hubo industria pero no había escena: hay una mayor cantidad de músicos dando vueltas, haciendo sus discos.

-He leído entrevistas tuyas en que asumías que no te interesaba mucho lo que se escribiese de ti, ni te interesabas en leer notas sobre tu trabajo. ¿A qué se debe esta distancia con los medios de comunicación?

-No me parece muy interesante lo que se escribe de música en Chile. Como yo soy músico distingo mejor cuando el periodista no sabe bien de lo qué está escribiendo; cuando dicen, por ejemplo, sinuosos acordes, cuestiones que no significan nada y que disfrazan la ignorancia. El periodismo musical está lleno de palabras de ese tipo, que no dicen nada. Ahora, igual he leído prensa musical extranjera, ponte tú, estuve un tiempo suscrito a la revista Mojo y lo que allí había eran auténticas tesis. Además, no sé, a veces das una entrevista, poco tiempo después la lees y te percatas de cosas que jamás dijiste. Una vez conté que me gustaba Astor Piazzolla y en la entrevista se comentaba que de chico yo iba al centro a comprar cassettes de Piazzolla. Eso jamás ocurrió, no sé de dónde lo sacaron.

-¿Crees que la existencia de medios digitales ha ayudado a la difusión del trabajo de una camada de músicos chilenos durante los años recientes?

-Sí, por supuesto. Es la forma que hay para difundir tu trabajo. Los noticiarios pondrán, cuánto, ¿treinta segundos de música cada dos semanas? Entiendo la onda del no aporte. Ahora bien, siento que muchos de estos medios independientes se dedican a hablar sobre las diez cosas que no me gustan sobre no sé qué o las diez estrellas de cine más sobrevaloradas. A quién le importa si algo no te gusta; creo que se abocan demasiado a esto en lugar de indagar cosas nuevas, cubrir músicos con proyectos interesantes.

-¿Piensas que hay ahora un público más receptivo, más abierto a las propuestas de un artista?

-Sí, de hecho, creo que soy un ejemplo de eso. Mi primer disco es muy diferente al que hice ahora y hay gente que le gusta todo lo que hecho lo que demuestra que un público más receptivo. Claro, este fenómeno ocurre a través de Internet, lo que implica que la gente compare tu trabajo con cualquier otro disco lanzado en algún lugar del mundo; esto me parece enormemente saludable, tener un listón de comparación alto, estándares mundiales. Para uno, desde luego, es más complicado porque no tenemos plata para grabar en las mejores condiciones.

-¿Cuál es tu apuesta en hacer música dentro de un medio que no ofrece las mejores condiciones para desarrollarse? Me refiero a las expectativas en cuanto al impacto, la difusión, las posibilidades de mostrar tu trabajo más allá de nuestras fronteras.

-¿Quieres decir cantidad de trabajo versus cantidad de resultados obtenidos?

-Exactamente.

-Porque vivimos en un país como éste es fundamental que las expectativas no vayan con los resultados sino con el proceso artístico. Si lo piensas bien, la falta de industria permite que la calidad artística en Chile sea bastante alta, ya que no hay una obsesión en pensar cuál es el próximo single que se enviará a las radios; cada uno tiene sus propias metas. Ahora, ¿cómo se podrá sostener esto de aquí a diez años? Esta es la pregunta que debemos responder. Un asunto sobre el que nadie tiene muy claro qué pasará. Si estás en el estudio uno o dos meses nadie te paga un peso, por ejemplo. Pero bueno, nuestro trabajo es como cualquier otro, no quiero anteponer el sermón del pobre artista ni nada de eso.

-Leí que has estado grabando con Gepe. ¿Cómo va eso? ¿Planean publicar un disco en conjunto?

-Sí, ha sido muy entretenido. Nos juntamos regularmente a hacer canciones. Es algo nuevo ya que hasta ahora siempre hice todo por mi cuenta. Daniel «“nombre de pila de Gepe- es súper relajado y ambos estamos en la modalidad de aportar ideas más que imponer celos frente a las ideas propias; a lo que lleve uno u otro e intentar ver qué sale. Igual es chistoso ver cómo confluyen dos personalidades porque a veces yo llego con un trozo de algo o Daniel hace lo mismo, y también en ocasiones trabajamos en paralelo.

-¿Cómo planeas montar en vivo Odisea ya que es un disco que tiene bastantes elementos?

-Hay dos músicos de sesión invitados: un saxofonista y un trompetista. El resto, salvo un par de cosas pequeñas, corren por mi cuenta.

-¿Y esto pasa por un intento de absorber todo el trabajo que hay detrás del desarrollo de una obra? ¿Controlar todas las posibilidades?

-Para mí es más fácil. Como te decía, el tiempo en el estudio no está financiado por nadie así trabajo en mis ratos libres. ¿Quién va a estar contigo en el estudio un domingo a las ocho de la noche? Si hay que tocar un bajo, una guitarra o un piano, los toco yo. La gente cree que soy maniático quizá porque me interesan demasiadas cosas: dirigí el video de Cabros «“primer single del disco- y lo hice pues me encanta el cine.

-En una nota a partir de tu álbum, una periodista decía que algo bueno de tu disco es que reforzaba una escasa tendencia de nuestra música hacia sonidos negros, de soul, disco, en fin, con una intención bailable, con groove. ¿Qué opinas de esto?

-Crecí escuchando soul y es la música que no puedo dejar de escuchar. Creo que es una música que nunca nos llegó, que nos pasó. Salvo, no sé, Aretha Franklin con Respect, no hay un mayor acercamiento a esta música.

¿Habrá un tema idiosincrásico de fondo? ¿Quizá nuestro ánimo sólo llega hasta la cumbia y poco más allá?

-Sí, nuestra idiosincrasia se contradice un poco con el soul, pero yo soy chileno, me gusta el soul y hago un disco que tenga soul. Mi papá es brasileño y, claro, a él le gusta la música de influencia negra. También tengo amigos que escuchan, no sé, cosas de house o más electrónicas y también he incorporado poco a poco elementos de este tipo. Hay algo que me sorprende de Chile: la gente tiende a dividir la música entre electrónica y canciones, uno por cada parte. También te podrían gustar ambas cosas y fusionarlas y es esto lo que hice a mi propio riesgo.

-¿Cómo sientes que ha sido la recepción del disco?

-Muy buena ya que invariablemente la gente que me comenta, puso atención en lo que escuchaba. Se fijaron en la música, en las letras y se dieron cuenta de que esto ya no iba de Teleradio Donoso.

-¿Has contemplado la idea de viajar al extranjero y mostrar tu música a otros públicos?

-La verdad, no es una idea que me desvele. Sí, tengo planeado viajar antes de fin de año a Argentina, y hay por ahí otro par de viajes en carpeta. En castellano, la música chilena es de lo mejor que hay, precisamente porque cada músico se ha dedicado a perseguir sus propios intereses artísticos.

A continuación, te dejamos para que veas un video de Odisea: